Todos tenemos un motivo para viajar...
El otro día estaba mirando información para mis viajes de este verano, me encanta tener información, leer y releer blogs con recomendaciones, saber qué se puede hacer y dónde se puede ir, recibir consejos de gente que ha estado en el destino al que voy..., y me di cuenta de que uno siempre es muchos tipos de viajero a la vez. Cuando viajamos todos somos fotógrafos, somos frikis, historiadores... En ciudad somos culturales, y en el campo somos naturales... Pero siempre somos un poco más de uno que de otros, porque todos los que viajamos somos sobre todo un tipo de viajero.
Es un viajero de ciudad: edificios,
museos, festivales…, todo lo importante de su destino estará marcado en su
guía, sabrá de antemano si un cuadro o una escultura está en préstamo o en
restauración y todo el interés cultural en la ciudad de destino estará en su
lista de sitios a visitar.
Rechazará
las ciudades porque para él no hay viaje más interesante que aquel que incluye
estar rodeado de naturaleza. San Francisco o Los Ángeles son sólo añadidos a
ese viaje que le llevará a Yosemite, el Gran Cañón del Colorado o el Desierto
de Mojave; Bangkok es sólo el lugar en el que aterriza su vuelo para viajar por
Tailandia, y un fin de semana de casa rural en la sierra es la mejor
alternativa para alejarse de la ciudad.
Allá donde fueres… haz lo que
vieres. Para él no hay comida en el mundo que no quiera probar, da igual lo
picante que sea, la pinta que tenga, la higiene de la cocina de la que haya
salido o incluso el sabor. Que hay que comer bichos, pues se comen, que hay que
comer pez globo y jugarse la vida, pues se la juega, porque no puede volver a
casa sin haber probado todo lo comestible a su alrededor.
Vista desde el Empire State
Building al anochecer (checked), la Torre Eiffel desde Trocadero (checked), Lanzamiento
de moneda a la Fontana di Trevi (checked), Fingir una llamada en una cabina
londinense (checked), parecer un idiota sujetando la Torre de Pisa (checked)...
Todos los viajeros somos un poco fotógrafos pero no hasta el punto de llevar la
lista de dónde y cómo hacerse fotos y no poder volver a casa sin ella, sobre
todo porque con este tipo de cosas pierdes por completo la esencia del viaje.
Yo he estado en destinos de los que por desgracia no conservo fotos y no por
ello los he disfrutado menos…
Para él todas buenas vacaciones deben
incluir una playa, cuanto más bonita y paradisíaca mejor, pero se conforman con
una semana en cualquier playa española. No hay vacaciones que se precien sin
haber puesto una y mil veces el pie en el agua ni haberse hecho una foto de los
pies en la orilla.
Habrá estado en Tahití, Fiji o
Hawaii, pero no se ha quitado su pulsera en 15 días, ni ha salido del resort.
Este viajero probará todos los cócteles gratuitos, todos los restaurantes
temáticos, las piscinas, las actividades en la playa, pasará sus horas
tostándose al sol en la hamaca (recordad, es ‘Todo incluido’) y sólo optará por
salir de ese hábitat con una excursión contratada con el hotel. Bueno, al menos
ha estado en Tahiti, Fiji o Hawaii…
Es aquel que no le teme a nada ni a
nadie. No se molesta en averiguar qué zonas son las más peligrosas en su
destino, ni las vacunas que se tiene que poner, ni si es posible volver de esa
isla desierta a la que ha llegado gracias a la amabilidad de los locales. Por
lo general suele tener la suerte de que nunca le pasa nada, aun así, siempre
que viaja a lugares exóticos, vuelve a casa con más cicatrices y anécdotas que
nadie.
Hotel céntrico con buenas
recomendaciones + restaurante + coche de alquiler + audio guía en el museo. El
couchsurfing, los tuk-tuks de Bangkok, los viajes entre islas con barcos que no
pasarían una mínima inspección, adentrarse en Harlem, o llegar a un destino sin
saber dónde podrá pasar la noche, no están hechos para él. Si alguna vez duerme
en una jaima en el desierto del Sáhara será porque la ha contratado online con
antelación.
Evitará los destinos más
concurridos en temporada alta y será aquel que te recomiende viajar a Sri Lanka
o a Uruguay, cuando la gente le pregunte qué opina de Tailandia o Argentina.
Este tipo de viajero disfruta de sus vacaciones de una manera relajada, no le
importan las fotos de los sitios más emblemáticos y es capaz de perderse en un
destino sin problema, porque para él no hay que viajar con prisas ni con
planes…
Es aquel de presume de evitar las
multitudes, los sitios turísticos y los recomendados por las guías. La iglesia
más bonita de Roma no es el Vaticano, es esa iglesia perdida que vio en el
Trastevere, y las mejores vistas de NYC no son desde el Empire State o desde el
Top of the Rock, si no desde ese edificio al que tuvo la suerte de subir. Para
él, los mejores lugares son los que no recomiendan las guías. No se alojará en
el clásico hotel, el viajero alternativo hace couchsurfing, intercambio de
casas o utiliza airbnb. Tiene algo del viajero tranquilo y del viajero intrépido,
pero a veces se pasa, ¿qué es eso de haber ido de fin de semana a París y no
haber visto la Torre Eiffel?
Este tipo de viajero necesita guía
para todo. No puede salir del hotel sin alguien que le diga dónde ir o qué
hacer, y generalmente viaja con agencia, en cruceros, y por lo general hasta
que no llega a su casa y ve las fotos en el ordenador no sabe ni siquiera dónde
ha ido. En todo grupo de viajeros que se precie está además el Viajero Alfa,
aquel que toma decisiones por los demás, que se dejan llevar sin problemas con
tal de no pensar por sí mismos.
Con tal de viajar es capaz de coger
la maleta y plantarse al otro lado del mundo él solo. No espera (ni necesita)
amigos que viajen con él, es capaz de entenderse con cualquiera y hacer amigos
hasta en los lugares más inhóspitos, no le importa compartir habitación con
desconocidos y, por supuesto, trae una maleta llena de historias y buenos
recuerdos.
Es aquel que va a NYC una vez al
año para comprar en los outlets, aquel que sale hacia su destino con una maleta
de mano que pesa unos 20 kilos, y que vuelve con 3 maletas, todas ellas con
exceso de equipaje. Se dedica a comprar todo lo que puede y luego siempre
comentará cosas sobre esos pendientes que se compró en París o aquel bolso que
consiguió a mitad de precio en Marruecos.
Es la versión turística del viajero
comprador; allá donde va, compra un recuerdo. Puede ser una Torre de Pisa en
miniatura, una camiseta de I love NY, unos posavasos de París, un llavero del
Big Ben, postales por doquier…, y por supuesto guarda todos los tickets de
museos, edificios, etc. que ha visitado.
No en el aspecto de que le gusta
conocer su propio país, si no en el de ‘¿Pero para qué te vas de viaje tan
lejos?, con todo lo bonito que tenemos en España’. Que es verdad que en España
tenemos cosas interesantísimas pero también hay que ver un poco más de mundo…
Este tipo de viajero es aquel que por lo general no ha salido nunca de casa… de
sus padres.
Sabe decir ‘por favor’ y ‘gracias’
en 8 idiomas, ‘buenos días’ en 7 y ‘cerveza’ en 10. Igual no habla una palabra
de inglés pero se entiende allá donde va, memoriza palabras para poder hablar a
la gente en su idioma y en sus guías de viaje están marcadas las páginas de
‘Cómo se dice…’. Este tipo de viajero cae bien a los locales y siempre hará
amigos en sus viajes, de los que luego no entienda nada de lo que ponen en
Facebook…
Da igual que el destino le guste o
no, que haya estado ya 3 veces, o que nunca le haya llamado antes la atención,
allá donde hay una oferta, allá que va; cualquier plan que incluya vuelo +
alojamiento por un precio fijo o una oferta de 2x1 será su plan perfecto para
una escapada.
Se mimetiza con el entorno, come en
restaurantes locales, duerme en apartamentos, no en hoteles, evita las
concentraciones de turistas y se jacta de conocer los mejores bares y restaurantes,
las calas más desiertas, y las mejores vistas de la ciudad.
Para él, todo está planificado de
antemano y no hay lugar para frases como ‘vamos a ver qué hay por ahí’, o ‘no
pasa nada si hoy nos saltamos el planning’. Tiene la guía comprada con todo lo interesante
que ver estudiado desde antes de comprar el billete de avión, madruga para ver
el mejor amanecer y poder hacerse la foto antes que nadie, y lleva un listado
de ‘cosas que ver y hacer en…’. Salirse de la ruta prevista puede amargarle el
viaje.
Madrugará para hacer planes durante
el día y ver todo lo posible de la ciudad pero su objetivo para viajar a New
York, a Berlín o a Londres, es poder salir toda la noche hasta morir, conocer
los máximos bares y discotecas posibles y poder recordar aquel día que se
enganchó una cogorza tremenda en un after a las afueras de Amsterdam o que acabó
bailando techno en una discoteca de Santorini.
Querrá viajar a Transilvania para
ver el Castillo de Vlad Tepes, en Londres hará el tour de Jack el Destripador
en Whitechapel, en Versalles no podrá evitar repasar la vida de Luis XIV y
paseará por la Acrópolis de Atenas pensando en la historia de la Antigua
Grecia. Es un viajero que sabe mucho (demasiado a veces) y con el que es
interesante viajar, aunque resulta un poco agobiante que te quiera llevar a ver
dónde se firmó el Tratado de no sé qué cuando tú lo único que quieres es parar
a tomarte una cerveza.
Como el anterior pero con escenarios
de rodajes de películas o series.
Y vosotros, ¿cuántas clases de viajeros sois?, ¿depende del destino o de la compañía?