Una ya no tiene 20 años, ni 24, ni 28 siquiera... Bueno, una tiene ya todos esos años y más, y con la edad una se da cuenta de que ya no viaja como antes, de que está dispuesta a pagar más por una habitación siempre que tenga baño propio, de que la ubicación en el centro de la ciudad no es tan importante como antes, de que levantarse a las 8.00 de la mañana para patearse la ciudad después de haberse acostado a las 2.00 de la madrugada ya no es tan fácil de hacer...
Y una recuerda los viajes de aquella época, en la que dormir en un albergue de mala muerte era un chollo (en comparación con dormir en estaciones o en vagones de tren), en la que comer una lata de atún en medio de la calle con un trozo de pan era una delicatessen (sólo superada por el día que te dabas el lujo de comer en McDonalds), en la que pasarte 3 días con la misma ropa y sin ducharte no parecía algo tan insalubre como lo parece ahora (y conste que lo era, eso no lo cuestiono)...
En fin, una se acuerda de cuando, a los 21 años, se fue con 3 compañeras de la universidad de Interrail, ese viaje que se hacía en nuestra generación (la de los que nacimos en los 80, sobre todo a principios), ese viaje que mantenía a los padres en vilo durante 2 o 3 semanas, ese viaje en el que dormir y comer se hacían donde se podía y cómo se podía, ese viaje en el que, a posteriori, te das cuenta de que hiciste unas locuras que ahora no harías, ese viaje que gracias a películas como 'Hostel' parece mucho más peligroso de lo que es en realidad...
Interrail y juventud, benditos tesoros... Qué pena que hayan cambiado el formato y que una ya tenga ganas de ampliar los horizontes viajeros, porque puedo asegurar que, con albergues garantizados para todas las noches, en habitaciones con baño propio y con comida consistente, una repetiría sin dudarlo!
Para quienes lo habéis hecho y tenéis ganas de recordarlo, para los que nunca lo hicisteis y tenéis ganas de saber cómo se disfruta, y para quienes estáis pensando hacerlo, aquí tenéis un pequeño resumen de lo que fue mi Interrail 2004 (si, hace 10 años ya! Y por esa razón no adjunto fotos mías porque son vergonzosas!).
* Comprar embutido y queso envasado al vacío, latas de atún y de ensaladas Isabel (era lo único que había en esa época) y coger los cubiertos del campamento de cuando eras pequeña.
* Terminar los exámenes y apenas dos días después lanzarse a un tren nocturno Madrid - París que a la altura de Hendaya hizo bajar en medio de la nada y de la noche a un pobre señor chino porque no llevaba pasaporte.
* Llegar a París por la mañana para tirarte en un césped a comer tortilla de patata precocinada mientras esperas a que venga tu tren a Bruselas.
* Llegar a Bruselas y que empiece a llover, y darte cuenta cuenta de que no hay habitaciones libres en el albergue al que querías ir y acabar durmiendo las 4 con una pareja española, dos chicas americanas, una colombiana y 4 mexicanos en el suelo de la casa que su dueño aka. el-tipo-que-la-pintaba-durante-el-verano alquilaba por habitaciones. Don't ask...
* Beber cerveza belga como si no hubiera un mañana, después de una deliciosa cena compuesta de: lata de atún.
* Descubrir que Brujas es una ciudad preciosa y por la que merece la pena perderse. Excepto cuando vas cargada con un macuto de no sé cuántos kilos buscando el albergue...
* Emocionarte porque te den Nutella para desayunar en un albergue.
* Llegar a Amsterdam y que siga lloviendo, y descubrir que el albergue que teníamos pensado sólo tiene alojamiento para dos noches, no para las 3 queríamos. ¡Qué más da!, ¡ya nos preocuparemos mañana!
* Preocuparte mañana cuando acabas durmiendo en unas literas de unos 70 cm de ancho en unas habitaciones super costrosas encima de un coffee shop. Del baño ni hablamos claro...
* Ir a pasar el día a Delft, ciudad natal de Jan Vermeer, y sentirte paseando por sus calles como La joven de la perla.
* No dormir apenas en el albergue costroso holandés y salir al día siguiente hacia la capital de la Bretaña, Rennes, donde sigue lloviendo.
* Descubrir que hay un congreso en la ciudad y que albergues, hostales, pensiones, hoteles, y hasta apartamentos de alquiler están llenos y no tienes dónde dormir. Pero no pasa nada, somos jóvenes y podemos dormir en la estación, junto a una pareja formada por un tío de no sé dónde y una noruega que se quitó los pantalones y se metió en tanga en el saco, y vigilados toda la noche por el panadero de la estación.
* Después de dos noches maldurmiendo (y por supuesto sin ducharnos) ir al Mont Saint Michel, uno de los lugares más impresionantes que he visto nunca, y recorrerlo bajo la lluvia, sin olvidar comprar las galletas de mantequilla de la Mere Poulard (que pasaron a ocupar en el macuto el hueco dejado por las latas de atún y de ensalada Isabel).
* Después de la desesperación de las dos últimas noches acabar durmiendo en un hotel en Dol de Bretagne, un pueblecito precioso, con un hotel baratísimo y una creperie espectacular.
* Llegar a París y ver que sigue lloviendo, y descubrir que los parisinos son unos exagerados y que para ellos caminar durante 20 minutos significa que vas a un sitio que está très loin (con cara de 'Esta gente que no habla francés y quiere caminar hasta la Tour Eiffel...')
* Disfrutar de París con calma porque París es para pasearla...
* Hacer una excursión a Versalles y, después de caminar durante un buen rato hasta llegar a una parte tranquila de los jardines para sentarnos a comer, ver que empieza a diluviar y que tenemos que volver hacia el palacio como alma que lleva el diablo.
* Salir de París rumbo a Reims y que siga lloviendo, y ver una de las catedrales más bonitas del Gótico Francés.
* Coger un tren nocturno de Reims a Niza en el que apenas se puede dormir porque un señor se pasó la noche gritando por todo el vagón.
* Llegar a Niza por la mañana y que luzca el sol, que se refleja en el agua azul, con unas playas de piedras que te dejan los pies echos polvo.
* Decidir darnos un capricho y comprar take away de McDonalds y un 6 pack de Heineken para cenar tranquilamente en la playa y darte cuenta de que es 14 de julio, fiesta nacional en Francia, y cenar tumbadas en la orilla bajo fuegos artificiales.
* Darte cuenta de que el viaje se acaba y de que de nuevo tienes que coger un tren nocturno de vuelta a España, con unos kilos menos y muchas historias que contar, pero con muy pocas ganas.
* Llegar a Barcelona después de un tren nocturno Niza - Portbou y un cercanías Portbou - Barcelona, y tener que esperar hasta después de comer en la Estación de Sants para coger un autobús hasta Madrid (a falta de trenes disponibles y con un agotamiento extremo como para salir a ver algo de la ciudad...).
* Volver a Madrid con un antojo de lentejas de mamá tremendo y el macuto lleno de galletas, postales, souvenirs y muchas memorias que, al parecer, después de 10 años aún no se me han olvidado.
Siempre recomendaré a quien me pregunte que haga el Interrail, que no se lo piense, que aunque se duerme mal, se come peor, se sufre cuando, a pesar de que sea julio, te llueve 12 días de 15, también se ríe, se disfruta, se descubren lugares increíbles y, como veis, después de 10 años, se recuerda.
¿Vosotras habéis hecho el interrail?, ¿lo recordáis como yo?